Está claro que atiborrarse de azúcar blanco (o moreno, que al fin y al cabo viene a ser el mismo perro con diferente collar) no es bueno para ninguna de las dos cosas. Como tampoco lo es comer en exceso grasas saturadas (sobre todo animales), ni hidratos de carbono que hagan subir rápidamente el nivel de glucemia en sangre.
Los alimentos cuyos hidratos de carbono que provocan picos de insulina, también llamados de Indice Glucémico (IG) alto tienen un impacto nefasto tanto en nuestra línea como en nuestra salud en general.
Hace unos meses que en casa hemos adoptado una forma de comer más saludable, rica en alimentos con hidratos de carbono a IG bajo y hemos notado una enorme mejoría: no más bajadas de forma a media mañana o a media tarde, no más necesidad de comer algo dulce a todas horas, energía a raudales y mejor concentración en el trabajo.
Y como ya sabéis que lo mío son los dulces, no podía por menos que compartir con vosotros muchas de las recetas que he ido creando durante estos meses, en los que he aprendido a hornear con ingredientes nuevos, algunos que ni conocía.
El resultado ha sido espectacular. No sólo no echamos de menos los postres anteriores, sino que preferimos de lejos algunos de los nuevos.Ni siquiera los niños, que son más reacios a este tipo de cambios en la alimentación, han notado la diferencia en lo que a sabor y placer gustativo se refiere.